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«Sabores y Aromas del Ayer» recuerda a la «Fraccionadora de Vinos Ranzuglia»

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A través de la iniciativa «Sabores y Aromas del Ayer», que propone el Centro de Desarrollo Agroalimentario (CeDA), dependiente del Municipio de la ciudad, compartimos la historia de la Fraccionadora de vinos Ranzuglia.

El relato fue hecho por Donato Moi y narra al detalles de la trayectoria de aquella empresa, trayendo al recuerdo gran cantidad de nombres que formaron parte del pasado próximo de Gálvez y la región.

 

A comienzos del año 1963, los Sres. Jose Ranzuglia enólogo y bodeguero, Renzo Moi, vitivinicultor y Arturo Moi, vitivinicultor, domiciliados en la ciudad de Rivadavia, prov. de Mendoza, constituyen una S.R.L. a los efectos de dedicarse al fraccionamiento de vinos y su comercialización; ya que en aquella época las bodegas no envasaban sus vinos de mesa, destinados a cubrir el mercado zonal y remitían el vino a granel a fraccionadoras propias o ajenas para su embotellamiento en otras provincias, desde donde se procedía a su distribución, cubriendo así las demandas de gustos y calidades. Solía envasarse en origen vinos finos o selección. Cabe señalar al respecto que la oferta de varietales en aquellos años, no era tan nutrida como la del presente.

Descartadas algunas opciones, que no conformaban las expectativas de los socios; a mediados del mismo año reciben información de venta de la fraccionadora de vinos “El Mangrullo” sita en 20 de junio al 800, de esta ciudad de Gálvez propiedad de los Sres. Iturrieta y Luis Rampone con quienes concretan el negocio; procediendo de inmediato a tramitar su apertura. Mientras se procedía a la puesta a punto de las máquinas, acondicionamiento de depósitos (piletas) y tramites inherentes al funcionamiento y habilitación, comenzó a ofrecerse el nuevo producto, vino “Ranzuglia”; envasado en damajuanas de 5 y 10 litros. El mismo era elaborado por la bodega del Sr. José Ranzuglia, quien además ya tenía esta marca registrada.

A fines del mismo año, con la familia de Renzo ya radicada en Gálvez, (la de Arturo lo hizo a mediados del 64), la fraccionadora sale al mercado con su producto embotellado, ofreciéndolo a nivel local y cubriendo luego una vasta zona. El vino se inscribía en la categoría “vino de mesa”; denominación autorizada por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (que antes se denominaba “vino común” o “vino común de mesa”), ya que el citado Instituto cambió esta denominación en varias ocasiones. Las variedades eran: tinto seco, tinto abocado (O “carlón,” muy apreciado este tipo en las zonas centro y litoral; no en la región de cuyo), blanco seco, rosado y por pedido, rosado dulce. Se presentaba en cajones (esqueletos) de hierro conteniendo 10 unidades. Antiguamente los cajones eran de madera y contenían 12 botellas. Manteniendo la venta en damajuanas, usanza muy común en aquella época.

El vino llegaba desde Rivadavia transportado en camiones tanque (a granel), cada carga proveía entre 20 y 25 mil litros. A su llegada se almacenaba en piletas subterráneas de cemento, cuya interior tenia terminación de cemento enlucido para evitar filtraciones y permitir mejor calidad de limpieza luego del descube. En su parte superior contaban con una tapa de cemento para ingresar a lavarla y en esta tapa, se incluía una más pequeña, de fundición de hierro, con rosca, donde se acoplaba la manguera de descarga; y terminado el procedimiento, se ensebaban cuidadosamente ambas tapas para evitar la entrada de aire, que oxidaría el vino. En el sótano donde estaba la parte inferior de la pileta, había una tapa de inspección de fundición y un acople de bronce para manguera, a rosca (llave sistema clape), de donde se extraía el vino para envasar.
La maquinaria utilizada para el trabajo era: Caldera (alimentada por inyección de gasoil), Lavadora de botellas, Llenadora, Encorchadora, Etiquetadora, Estampilladora , Pasteurizador, Filtro con elemento de pasta y Bombas aspirantes impelentes. Cinta transportadora y otras máquinas y herramientas menores.

La mano de obra estaba cubierta por los integrantes de la firma, algún familiar y los Sres. Bergagna, Pautasso y Donadello, en la manipulación de botellas y proceso de envasado. Sres Micozzi y Bastianelli en la atención mecánico-técnica de la maquinaria; repartidores: Sres. Palietti, Andriano, Cejas y Lopez. En la oficina Srta. Velazco, Sres Denicola y Qüesta. Vendedor en Gálvez Sr. Rova.
La operación de embotellado comenzaba en la madrugada con el encendido de la caldera, que proveía agua caliente para la lavadora y para el pasteurizador. Este consistía en un circuito de caños galvanizados que transportaban el agua caliente y cuyo interior alojaba caños de menor medida, de cobre, por donde circulaba el vino. Era utilizado únicamente para el abocado, para anular las levaduras alcohólicas y evitar así la fermentación que habría originado la presencia de 2 levaduras (tinto base y modificador dulce). Para modificar el tinto base, el I.N.V. permitía solamente la utilización de mosto concentrado o moscato.

Se cargaban a la lavadora las botellas, (previamente revisadas a mano para evitar elementos extraños o restos contaminantes en su interior); máquina automática cuya cinta transportadora, mediante un sistema de mordazas que actuaban sobre el cuello de las botella, las hacía pasar por agua caliente con detergente inyectado por picos, enjuague con agua fría y secado por aire caliente. Manualmente se extraían las botellas limpias y se colocaban en una cinta transportadora que comunicaba todas las operaciones siguientes realizadas por máquinas automatizadas y sincronizadas. Primero la llenadora que recibía el vino desde el sótano, impulsado por la bomba aspirante-impelente, pasaba por el filtro de pasta y llegaba a la botella a través de una serie de picos, que en su recorrido circular, vertían la cantidad correcta. Paso siguiente encorchado. Luego la etiquetadora que dosificaba el adhesivo y ponía la etiqueta y la estampilladora, que también dosificaba el adhesivo en el cuello y pegaba la estampilla fiscal. El recorrido terminaba en una mesa rotativa, de donde se sacaban las botellas para llenar los cajones que luego se estibaban o se cargaban para el reparto.

El producto, una vez conocido y con muy buena aceptación, fue ganando un lugar de preferencia en el mercado; hecho que llevo a la empresa a diversificar gustos, por cuanto registró para ampliar la oferta, la marca “Ramovin”.
Cerca de los años ´70, cosechas abundantes y poca demanda de vinos, determinó que los precios cayeran, por lo tanto la comercialización sufrió una sensiblemente reducción en sus márgenes de ganancia; aumentos de fletes, carga impositiva y costos operativos más caros, incidían negativamente en el rubro. Sumado a ello, hubo manifiesta crisis de confianza comercial, generada por poderosos fraccionadores (ni bodegueros ni productores), que alteraron y falsificaron vinos, comprometiendo la seriedad de muchas bodegas importantes, y aunque ellas fueran totalmente ajenas a estas manipulaciones; no podían devolver confianza a los consumidores, con lo cual veían caer sus mercados. Cabe resaltar que estas adulteraciones y falsificaciones ocurrían a pesar de estrictos controles del I.N.V., quien disponía inspecciones rigurosas y sorpresivas con muestreo de constatación para determinar la veracidad del análisis de propiedades declaradas en origen.

Por otra parte los bodegueros ante estas situaciones, comenzaron a equiparse (quienes no lo estaban) de maquinaria para envasar su producto en origen y comercializarlo desde allí. Las fraccionadoras, entonces, comenzaron a cerrar.
Ranzuglia y Moi, dejaron de fraccionar en 1972.

Clientes de la marca en Gálvez: Colombotto – Colombotto y Trossero – Sala – Dña. Maria de Osler – Sra. de Colombatto – Sra. de Arce – Bertei – Burini – Tavella – Gshwind – Bianco – Maggioni – Miretti – Mami – Hotel Victoria – Cooperativa Tracción – Curti – Mercado – Sguazzini – Boero R– Sappietro – todos los Clubes con Bar – Garcia – Laurenti – Bertolio – Vanni – Ceci A. – Salesi – Pusetto – Giuliano – Barberis – Badalotti – Grassi – Piccolo – Bertomeo y Gario – Gaillard – Chavarini – Kara – A. Jorge – Dominici – Taberna – Mendoza – Cavallo N. – Silva – Chiavon – Grob – Molver – Rad – Maidana – Mattone – Milocco – Perez – Pietrasanta – Raed – Rampone – Rifai – Savarino – Boero M. – Bovo – Cavallo R – Zeballos. Si alguno/s no han sido recordados, quieran tener a bien disculpar; esto se debe solamente a alguna falla de memoria generada por el tiempo transcurrido y el hecho de no haber documentación escrita.

 

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