Falleció Edelmo Balbo: así lo recordamos a través de su oficio, el deporte y labor institucional
Hace 10 años, en el Periódico EL INFORMANTE (impreso, que hacíamos semanalmente y hoy desaparecido), entrevistábamos para la sección PERSONAS Y PERSONAJES a Edelmo Balbo. Reconocido por su labor deportiva e institucional, en la oportunidad quisimos conocer sobre su oficio de sombrerero, al tiempo que presidía la Cooperadora Policial, entidad en la que colaboró por años.
Hoy, tras su desaparición física, lo recordamos con esa nota:
«Edelmo Balbo, de profesión sombrerero…
Nuestro entrevistado de hoy cumplió el pasado 31 de enero cumplió 77 años, y aunque es una persona bastamente reconocida por su labor institucional, muchos desconocen su oficio: el ser sombrerero… Dueño de una fábrica única en la provincia, Edelmo Balbo es nacido y criado en la ciudad de Gálvez, cursó sus estudios primarios en las escuelas Mariano Moreno Nº 6035 –hasta tercer grado- y en la Nº 290 Simón de Iriondo. Muchos lo recuerdan cuando joven pasó por el básquet de Santa Paula, donde los enfrentamientos entre clubes se jugaban con los dientes apretados.
A los 19 años “me hice socio del Sporting, y por esas épocas se hacía el primer Héctor Chiozzi y hacía falta alguien que nadara distancia para correr 200, 400 y 800 metros. Vino el Toto Chiozzi, me vio y me dijo que me iba a entrenar. A la mañana iba de 7 a 8:30, después me iba a trabajar, volvía a las 12 y nadaba hasta las 13:30. El Toto me preparaba una costeleta con ensalada y volvía a trabajar, para regresar a eso de las 19:30”, comenta Edelmo.
Su constancia y perseverancia hizo que el entrenamiento diera sus frutos: “Cuando llegó el día de la competencia gané en 800 m. libres contra nadadores que andaban muy bien para la época, como Carlos Larriera, que ganó después la maratón Santa Fe–Coronda… Seguí un tiempo hasta que un día dije basta, porque era muy sacrificado para mí”.
El trabajo en la pileta dio sus frutos para que desarrolle otra actividad, en la que fue figura. Balbo perteneció a la época dorada del básquet galvense: “Una noche se hizo una despedida en Santa Paula de un muchacho de apellido Núñez y empezamos a jugar al básquet… Armamos un equipo con un grupo que estaba ahí y jugamos contra la Primera del club, y como no había pelotas, jugamos con una gallina. Yo estaba bien entrenado por la natación, me vio el “Mudo” Comelli y me preguntó por qué no jugaba para Santa Paula, y ahí quedé”.
Todo ocurrió en la década del ‘50. Y al año de haber empezado, pudo integrar el equipo provincial que disputó el Nacional en Plaza Huincul, donde obtuvieron el tercer puesto. “Fueron 13 años los que jugué al básquet. Falté a un solo partido por un problemita de salud… Me acuerdo que los enfrentamientos con Ceci eran fabulosos, nos desconocíamos y después volvíamos a ser amigos cuando íbamos al seleccionado. Tuve grandes compañeros, y tuve enemigos públicos que hoy son amigos. Yo era fuerte, reboteaba mucho… Nuestro equipo era Vottero, Pelanda, Chiavón, yo y alternaban “Duro” Locher y “Coco” Ottolini”.
Por aquellos días, a la Asociación Galvense la integraban Santa Paula, Ceci, Atenas, Tracción y Centenario, después ingresó Molinos y Alba de Maciel, Regatas de Coronda y un año estuvo un club de San Carlos, “lamentablemente con el paso de los años eso se fue perdiendo… Pienso que la falta de dirigentes fue uno de los mayores problemas”.
De oficio sombrerero
“Estaba sin trabajo y un día me ofrecen empezar a trabajar en una fábrica de sombreros. El dueño me enseñó el oficio y prácticamente me la regaló, porque él se iba a ir a vivir a Buenos Aires, pero antes de ello trabajé de viajante vendiendo bijouterie, íbamos hasta Cruz del Eje mientras seguíamos con la venta de sombreros. Después ingresé a trabajar en la Odo, donde trabajé durante 34 años, mientras seguía con el oficio como hasta ahora”, relató.
Edelmo explicó que el suyo no es un trabajo redituable, porque “se trata de un sombrero caro y cada vez se utilizan menos”. El producto que elabora es “un sombrero de pelo de conejo o de liebre que, por su manufactura, en Buenos Aires se venden a 600 pesos”. La venta hoy en día es personal, y “las personas que conocen mi trabajo vienen a casa y me hacen el pedido, y cuando me lo piden, también reparo”.
Al momento de comparar la ciudad de su juventud no dudó en decir que “era más lindo”, pero aclaró que “no cambio la juventud de ahora por la nuestra, los jóvenes de hoy tienen más alternativas de divertirse que nosotros. En mi época teníamos los cuatro bailes festivos tradicionales y nada más hasta los 18 años”.
El trabajo en las instituciones
El inicio de su labor institucional se dio en el Coro de Niños, cuando sus hijas participaban de la agrupación. Después, por insistencia de su esposa –Nidia, con quien se casó a los 33 años-, ingresó a la comisión de los carnavales locales y más tarde al Samco Gálvez. Actualmente se desempeña al frente de la Cooperadora Policial, entidad que “me ha dado muchas alegrías, porque la gente nos ayuda a llevar adelante con la Comisaría, conformamos un buen grupo de trabajo y mi idea es continuar por otros años, ya que tenemos muchos proyectos para poder llevar adelante”.