Pronosticaron la corriente de «El Niño» para octubre, pero todavía no sabemos cuándo llega
La situación climática sigue afectando a la región por el escaso nivel de lluvia, y lo que se esperaba para la semana no dejó de ser sólo un pronóstico. Y ante el panorama de sequía por tercer año consecutivo, el campo aguarda la llegada de la corriente «El Niño», que cambiaría las perspectivas a mediano plazo.
Con esta realidad, el Ing. Martín Favre reconoció que «la verdad estamos todos muy preocupados, porque anunciaban El Niño y que en octubre ya iba a llover más o menos bien, y vemos que está pasando el mes, y prácticamente sin lluvias».
Sobre los milímetros caídos durante la semana en la región, añadió: «Este evento que esperábamos no fue nada. La semana que viene tampoco hay mucho. Hay pronóstico de algún evento, pero con muy bajas probabilidades de lluvias y por lo que queda octubre tampoco hay una certeza de que haya algún frente con buen aporte de agua, por lo menos para nuestra zona. Entonces lo que podemos decir es que El Niño está anunciado, pero que no aparece, no se presenta todavía».
Los pronósticos «daban la posibilidad de lluvias de entre 3, 5 milímetros y 10 milímetros, y el martes no debe haber llovido más de 1 o 2 milímetros. Estaba viendo registros de la zona, en Las Rosas, en Rosario, cayeron entre 10 y 15 milímetros pero lo que es Departamento San Jerónimo, San Martín, 1 o 2 milímetros como máximo», apuntó.
Favre describió que «los suelos están en un nivel de sequía importante. Y no es solamente esta campaña. Pensemos que la media de estos últimos 30 o 40 años, que ha sido una media más llovedora que lo normal, está en los 1.100 milímetros para la zona y si sumamos el año 20, 21 y 22 falta un año de lluvias. O sea faltan 300 milímetros por año. Es decir que en 3 años ha llovido lo que llueve habitualmente en 2, lo cual esto viene haciendo que las napas bajen, que la reserva de agua baje también y la situación es muy crítica, tanto en los cultivos como en la ganadería. Es realmente muy complicado».
El escaso nivel de lluvia impactó directamente en «la disminución de los rendimientos. El de la gruesa fue muy malo. Fue una de las peores campañas que se recuerda, comparables para esta zona a las campañas de los años 96, 97. Inclusive algunos productores tuvieron registros más bajos», pero aclaró que «también depende mucho de las zonas y de los cultivos que haya hecho cada uno, pero la gruesa fue muy mala. Después tuvimos un alivio con una lluvia de marzo y una de mayo que permitieron sembrar algo de cultivos de invierno, que estaban bastante bien a pesar de la poca lluvia».
En este marco, reiteró que «la única esperanza es que llegue la lluvia, que aparentemente va a llegar. El tema es cuándo. No sabemos si fines de octubre o en noviembre. Pero la situación hoy es muy crítica». De todas formas consideró que «la perspectiva para el fin de año sería de un fin de año con lluvia, y en la perspectiva climática de largo plazo, los climatólogos anuncian un año Niño, lo que representa lluvias mayores a las normales. Pero no estamos ni siquiera teniendo las normales».
Esta situación le hace recordar que «la campaña 96-97, fue neutra, pero veníamos de una línea del 95-96, donde hubo fallo de cosecha gruesa, fallo de cosecha fina, y se anunciaba un Niño. Recuerdo que en ese momento en La Rural hicimos la expo y vino la licenciada Estela Carballo, y llenó el salón de La Rural porque la gente quería escuchar a ver cuándo se iba a presentar el niño. Y ella decía con mucha fe, ‘quédense tranquilos que va a llover’. Pero bueno, de esa fecha que fue aproximadamente el 20-25 de septiembre, donde siempre hacíamos La Rural, tuvimos que esperar casi dos meses más hasta que las lluvias se normalizaron. Terminó siendo una campaña en que llovió y que hubo buenos rendimientos. Todos recuerdan la 97-98 como una campaña gruesa con muy buenos rindes. Pero la salida de la sequía fue muy dura».
Y en esta oportunidad, entendió Favre, «viene muy parecida la cosa».
GANADERÍA Y LECHERÍA
Respecto a la actualidad de la ganadería, analizó que la falta de agua impacta «de la misma manera. Por supuesto que las zonas que tienen suelos mejores y tienen pasturas de alfalfa, la alfalfa ha sido un recurso que nos ha salvado en estos dos años de seca porque tienen sus raíces, sobre todo las pasturas que tienen más de dos años, tienen raíces a mucha profundidad y pueden tomar algo de agua de la napa. Pero también hemos visto que las napas que habían subido hasta un metro o dos metros, hoy están en siete u ocho metros. Han vuelto a esa normalidad que tenían las napas a principios de los ’90».
Es así que analizó que «los campos, en especial el norte de Santa Fe, están muy complicados porque están totalmente pelados. El pastizal no responde. Y con el agravante de que en muchos lugares no hay agua de calidad. Entonces dependen del agua de lluvia para colectar agua en represas. Las represas se han secado, entonces los productores tienen mortandad de animales o tienen que malvender sus animales. O sea, la ganadería está bastante complicada también».
Por último hizo referencia a la lechería: «Obviamente la lechería también se ve damnificada, porque si bien están en zonas mejores, tienen algo de pasto, dependen mucho de los concentrados, los silajes. Con esta sequía, cultivos de silo se rindieron muy poco. Y los concentrados están carísimos. Hoy conseguir heno de alfalfa vale casi lo mismo que grano de maíz. Y bueno, han subido al ritmo de la inflación. La gente no tiene dinero y no se puede convalidar los precios ni de la carne ni de la leche. Entonces, ahí sufre la producción primaria porque los precios no acompañan el aumento de los costos. Y encima los costos se elevan porque al no llover uno depende más de los granos, de los silajes y no tanto de las pasturas. Y bueno, toda esa ecuación complica mucho. En realidad es muy preocupante, porque se están cerrando muchísimos tambos«.
FOTO: Trigales al límite de la ciudad, en Ballaris y República. Foto José Muñoz, gracias!!!
