«Los perros tienen un solo defecto: ellos creen en los hombres»

Hoy, en nuestro encuentro semanal, te contamos la historia de «CRUELA», que no es De Vil sino de la Reserva… Ojalá, conociéndola, logramos que encuentre una familia que la adopte y la ame como se merece.

«Me llamo Cruela.
Soy adulta, y sí, como ves en la foto, tengo miedo. Todavía tengo miedo.
¿Será que la vida sólo me mostró su lado más cruel?, de ahí mi nombre…

Viví casi cuatro meses en estado salvaje, en un campo frente al frigorífico, junto a mis siete hermanitos.
Comíamos lo que encontrábamos en los desechos de una cava. Ahí también había animales muertos, en estado de descomposición. No teníamos techo. No teníamos agua limpia. Sólo agua servida.
Sentí frío. Sentí hambre. Sentí miedo todo el tiempo.

Nos encontraron por casualidad. O quizás no… tal vez fueron esos ángeles de la guarda que siempre se las arreglan para que en los caminos nos crucemos justo a tiempo.
Estábamos escondidos entre los matorrales, al lado de un zanjón. Nunca habíamos tenido contacto con humanos, más que verlos de lejos.
Cuando intentaron acercarse, yo no entendía qué pasaba. Corrí. Crucé al campo de al lado. Corrí sin parar, como escapando del miedo mismo. Di vueltas alrededor del predio una y otra vez, descontrolada, desesperada.
No sabía que sólo querían ayudarme. Cuidarme.
Y no era tan ilógico desconfiar… tenía mis razones.

Porque después de rescatarme y de empezar a confiar un poquito, me dieron en adopción.
Pensé que al fin llegaba mi familia.
Pero no. Me despreciaron. Me ignoraron. Me maltrataron.
Me rompieron el corazón otra vez.

Y volví al refugio y ya pasaron muuuuuuchos años.
Y no sé si tengo ganas de volver a intentarlo. No sé si todavía me queda fe.
Pero me prometieron algo: que si algún día me voy, va a ser con una familia de verdad.
Una que me vea. Que me entienda. Que me quiera como soy.
Y yo… yo quiero creerles».