Historias urbanas: carteles que no pasan desapercibidos

Los carteles informativos no se leen. O, al menos, no se leían.

Hoy es habitual llegar a la puerta de un local comercial, y antes de intentar tocar el picaporte, frenar, dirigir la vista al frente y leer lo que dice ese papel, que generalmente es una hoja tamaño A cuatro, que nos da las instrucciones para continuar nuestro camino.

Es la nueva normalidad, le dicen. Letreros que anuncian cuántas personas pueden ingresar al comercio. Avisos que nos impiden entrar «sin el uso del tapabocas», carteles que informan el riguroso horario que desde que empezó la cuarentena, hace casi cuatro meses, se trata de cumplir a rajatablas.

Las costumbres fueron cambiando, eso ya lo sabemos. Y por lo visto, ahora, observamos con más interés lo que antes pasaba desapercibido para muchos de nosotros. Y así como pasa con los carteles, es probable que suceda con otras cuestiones.

Un buen aprendizaje que nos deje esta pandemia podría ser que comencemos a prestar más atención a las cosas simples; como ese papel blanco que antes ocupaba un lugar en cualquier vidriera y hoy es el encargado de darnos el permiso para seguir adelante…