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«Hay palabras que nos cambian la vida, pero hay ladridos que nos cambian el alma»

«Hay palabras que nos cambian la vida, pero hay ladridos que nos cambian el alma»
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Hoy, nuestro protagonista todavía no tiene nombre… A este comunitario lo podías ver en las calles, buscando continuamente amor. Ahora está en Reserva y le dicen «el perrito negro que llora»: le das una oportunidad a estos ojazos que buscan caricias????

 

«Me llamo… bueno, todavía no tengo nombre. Pero tengo muchas ganas de que alguien me lo ponga.

Hace rato que ando por las calles de Gálvez. No sé cuánto exactamente… El tiempo parece eterno cuando tenés hambre y tenés que deambular sin parar para conseguir comida. Y además… cuando sabés que nadie te espera, ¿para qué te va a importar el tiempo?

Lo único que sé es que desde hace semanas, o tal vez más, me acerco a cada casa y hociqueo la puerta, con la esperanza de que alguien me abra. No para molestar. Sólo quiero un rincón, una caricia, una voz que me diga que todo va a estar bien.

Algunos me daban mimos y yo los seguía un rato, con la esperanza de que se den cuenta de que los elegí. Pero nadie me dejó entrar aún, y muchos incluso me echaron… Entonces, triste y con la cola entre las piernas, siempre me quedaba en la vereda, mirando cómo se cierran las puertas. Otras veces agachaba la cabeza cuando alguien pasaba a mi lado, porque desde lejos ya se escuchaba cómo me insultaban. Y algunas veces hasta tuve que correr por temor a la patada.

Hasta que hace unos pocos días llegué a un lugar distinto. Un refugio. Me dieron agua, comida y un colchoncito calentito. Y por primera vez en mucho tiempo, alguien me acarició sin apuro. Pero no puedo evitar llorar. Me sale solo. Porque todavía no entiendo por qué estoy en este canil, ni por qué nadie me quiso antes.

¿Por qué tantos como yo terminamos así? ¿En qué momento nos volvemos invisibles? ¿Qué hicimos mal? No es justo que terminemos en la calle solo por dejar de ser cachorros, por enfermarnos, o porque alguien un día se cansó. No es justo tener mucho para dar… y que nadie lo quiera recibir.

Dicen que soy “el perro negro que llora”. Pero yo tengo tanto amor guardado que no me cabe en el cuerpo. Si me das una oportunidad, te prometo que voy a seguirte a todas partes. Como ya lo hice con tantos, pero esta vez con vos. Y para siempre.

¿Me ayudás a cambiar mi historia?»

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