Hoy traemos dos historias… Una de amor, de una familia que adoptó a LUCECITA; y la otra de esperanza, porque Pionono necesita, y lo esperamos con ansias, tener un hogar. 

Primero, «LUCECITA»:

«Hola, soy Lucecita… ¿te acordás de mí?
La viejita del ponchito rosa, la que un día apareció solita en la ruta, temblando de miedo y frío.

Hoy quiero contarte algo hermoso: ¡Ya no estoy sola!
Después de todo lo vivido, de tantas heridas en el cuerpo y en el alma… me adoptó una familia maravillosa.
Una familia que me mira con ternura, que me habla suavecito, que me deja dormir pegadita a su corazón.

Ahora mis días son cálidos, tranquilos y llenos de amor.
Ya no siento miedo cuando cae la noche.
Ya no duele el cuerpo, ni la tristeza.

Gracias a todos los que compartieron mi historia, a los que pidieron por mí, a los que creyeron que una viejita como yo también merecía una oportunidad.
Gracias por no soltar mi patita cuando más lo necesitaba.
Gracias por ayudarme a llegar a la que ahora es MI CASA y gracias por darme unas Mellis que me cantan para dormir.

Con el corazón lleno»,
Lucecita

GRACIAS FAMILIA RIQUELME POR ADOPTAR!!!

Y ahora «PIONONO»:

«Hola, soy Pionono… ¿me das un minuto?

No suelo pedir mucho… pero esta vez necesito ayuda urgente. Tengo mis huesitos viejos y cansados, y este invierno me está pegando fuerte.

La veterinaria dice que necesito un lugar calentito, sin tanta humedad, sin el viento que se cuela por todos lados. Porque el frío me duele. De verdad.

No pido lujos. Sólo una casita en tránsito, aunque sea por un tiempito. Una cama mullida, una frazada, y alguien que me mire con cariño.

Prometo portarme bien, dormir mucho, y agradecer con todo mi corazón perruno.

A veces me despierto temblando, sin entender por qué me duele tanto el cuerpo. Y aunque intento hacerme el fuerte, mis patas ya no responden como antes.
No quiero que el invierno me apague… no así, no solito.

Si no podés adoptarme, quizás puedas prestarme un rincón.
Yo ya viví muchas cosas feas… sólo quiero pasar este invierno sin sufrir.

Ayudame a encontrar mi lugar en el mundo. O al menos, un lugarcito donde no duelan tanto los huesos.

Con amor y esperanza»,

Pionono del canil 46